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Canciones Completas (1980-2008)

La reciente publicación por parte de la editorial “Los versos de Cordelia” de las Canciones Completas (19980-2008) de Luis Alberto de Cuenca, amigo y, me atrevería a decir que, incluso asesor áulico de los editores, supone el desvelamiento para la generación más joven de los lectores del poeta, de lo que constituyó uno de los experimentos culturales más significativos (y divertidos) de la España de los 80, no solo por la calidad individual de cada uno de los protagonistas en sus respectivos ámbitos (Luis Alberto de Cuenca y Javier Gurruchaga, en este caso) sino por el resultado al que dio lugar la fusión de ambos personajes, cuyos frutos aún tararean españoles de diversas generaciones. Discos, principalmente, como Bon Voyage (1980), Bésame, tonta (1982) y Cumpleaños feliz (1983) supusieron un punto de inflexión en la música española de los años 80 del siglo pasado. En cuanto a la relación que estos poemas-canciones tienen con respecto a la propia obra paralela del poeta es señalada por Carlos Iglesias Díez en el pormenorizado estudio que antecede a los poemas en esta edición, y cuya lectura recomiendo a quien se interese por el trasfondo sociológico y cultural de los poemas de Luis Alberto de Cuenca.

En cualquier caso, la unión con Gurruchaga había de conllevar (aun cuando Iglesias Díez considera que se dio una “reducción parcial de la estética bizarra, decadente y sórdida” de sus inicios), un imprescindible elemento de transgresión por parte del letrista, tan evidente, por ejemplo, en los celebérrimos versos “Hola, mi amor,/ yo soy el lobo”, recordado y cantado aún por el público cuarenta años después. Igualmente, la ambigüedad del erotismo y numerosos giros malabares que dieron lugar a imágenes prodigiosas si bien no exentas, en la línea de nuestros mejores clásicos, de lo paradójico, como leemos/escuchamos en “Tú eres la noche”: “Tu oscuridad/ me da la luz/ que necesito” o en “Bésame, tonta”: “Un besito será el paraíso que/ al infierno me condene a mí”.

Una síntesis, en definitiva, del mejor Luis Alberto de Cuenca, pues ya en la primera estrofa de “Viaje con nosotros”, poema-canción de 1980, está presente el espíritu del poeta que todos conocemos. Viaje y relato dejan traslucir el mundo del libro y de la lectura omnipresente en el autor. Monstruos, sirenas, dragones y un sinfín de aventuras: “Quien compra nuestro billete/ compra la felicidad”, ¿alguien no se da cuenta de que hablamos de la lectura? En este sentido, tal vez nuestra única disensión con el autor del estudio previo sea la insistencia en el hecho de que, de un modo similar al del cantante y showman, que ya se ha señalado, se dio en la poesía del autor una reducción de “la fuerte impronta culturalista” de sus primeros poemarios. Aun cuando pueda ser cierto, resulta difícil aceptar que en algún momento el autor haya sido menos culturalista cuando esta palabra lo ha definido siempre como poeta e incluso como, en el mayor y más ambicioso sentido de la palabra, escritor. Y buena prueba de esto son estos poemas escritos para ser cantados.

El amor y todos sus tópicos es, sin duda alguna, el tema dominante junto con sus múltiples facetas eróticas y sexuales (desde la platónica hasta las más depravadas). Y siempre con humor. Precisamente el humor –también en sus diversas facetas, la ironía principalmente– se hace presente en muchas de estas canciones poema, como en el caso de “Ronnie” o de “Feliz Navidad” llegando a suponer una parte esencial de la canción. Asimismo, desde el punto de vista fónico, destacan como uno de los elementos clave de estos poemas las reiteraciones, no solo a modo de estribillos, propios del género lírico musical, sino de manera especialmente significativa en relación con la apelación a la mujer (“Lola, Lola”, “Rita, Rita” o “Sally, Sally”) señalando una de las características esenciales de estas canciones: la del protagonismo del elemento femenino, otro más de los rasgos definitorios de la personalidad del autor.

Y de la misma manera se mueven entre los versos de estas canciones todos los contenidos de su poesía y, en general, de sus intereses culturales: el detective bogartiano (“Bubble, bubble”); también aparecen en todo momento los amores que vienen y van (“Tunicia”, “Estoy harto de ti, muñeca”, etc.); los cuentos tradicionales (“Los tres cerditos” o “Caperucita feroz”) y especialmente la figura del lobo como personaje (¿y alter ego del narrador?). Son así estas Canciones Completas un conjunto de evocaciones del cine y la literatura, aliñadas con diversos elementos procedentes del periodismo de sucesos que acaba por entroncarlas en la cultura pop de mediados del siglo pasado de la que emerge esencialmente el autor.

Esta vuelta a visitar la cultura pop ofrece así unas letras a la medida del histriónico Javier Gurruchaga, tan dado a la vocalización teatralizada. Desde esta perspectiva, más allá de los contenidos y temas abarcados, el autor tiene uno de sus mejores y más originales aciertos en el buceo introspectivo que delatan las primeras personas de las que Luis Alberto de Cuenca se vale para narrar sus increíbles historias versificadas: un artista de circo que nos cuenta su particular versión del fantasma de la ópera (“Garras humanas”); la versión masculina de la Bella Durmiente que nos canta: “Tu amor por mí la vida me dará” (“El príncipe encantado); el propio Barba Azul, evocación del Sade ilustrado, confesándonos sus crímenes (“Barba Azul); un amante incondicional del cine (“Es solo cine, pero me gusta”); el amante sumiso obsesionado el sexo (“Lola, Lola”); un don Juan en el infierno (“El diablo dijo no”); la voz corporativa de una empresa de aerolíneas (“Viaje con nosotros”) o, como ya hemos anticipado, el lobo de los cuentos como una de las mejores voces en off del poeta.

Todos estos yoes del poeta le permiten escribir con diferentes voces canciones distintas pero que, al fin y a la postre hablan todas de los propios amores/obsesiones de Luis Alberto de Cuenca. El amor y la muerte, Jano bifronte de la historia de la literatura, la mitología, la ópera: “Si me amas, te amaré./ Si no, te mataré./ Si no, te mataré” (“Barba Azul”) o “Si eres tú quien me mata/ muero feliz” (“Cumpleaños feliz”). El amor, el cine, la noche, el disfrute, la perversión: “Qué otra cosa hay mejor en la noche/ que mirar y mirarte a ti” (“Voyeur”).

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