La gratitud es la manera más verdadera de ofrecerse desnudo ante el mundo y también, la de estar más indefenso.
A cambio se nos regala la plenitud de su desgarro. Y con él, su conmoción.
“Hay en el interior de cada uno/ un hombre conmovido/ que no nombra las cosas con grandeza,/ sino con gratitud.”[i]
Ese es el poeta.
La gratitud tiene su asilo en la mirada, y desde allí recorre todo el cuerpo y también la vida.
Existen “dos clases de seres humanos: los que se detienen a contemplar, y los que no”.[ii]
De los primeros nace el manantial de la palabra sumada con la música.
No se puede escribir poesía sin haber mirado antes. Sin sentir sobre la piel la intensidad constante de la resurrección de cada cosa en cada soplo. entonces el cuerpo se rompe en la palabra, en el poema.
“Ni aun el cuerpo resiste/ tanta resurrección”.[iii]
No se siente agradecido quien tiene motivos para serlo, sino quien tiene la gratitud como adn, clavada como arpón entre los ojos.
Los motivos existen casi siempre y suelen ser muy simples, la negación de toda espera.
“Suave es la tarde con su desvarío de pájaros/ al fondo/ y sus castaños de Indias abiertos a la calma/ de quien no espera nada.”[iv]
Entonces la mirada es como un cesto donde se deja reposar lo contemplado, y eso aquieta. Aquieta y nos vuelve agradecidos, y seguramente hasta mejores.
Porque la gratitud es la mirada más lírica y profunda de la bondad que se encuentra en todo.
“Y así, al caminar por este pueblo,/ noto el vértigo fiel de los lugares/ que una fuerza ignorada nos transmiten:/ aquí vivieron hombres y mujeres/ cuya simple existencia, tan callada,/ a diario nos obliga a ser mejores.”[v]
[i] Sánchez, Basilio, He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes, Madrid, Visor, 2009, p. 79.
[ii] Riechmann, Jorge, “¿Estación término?”, en Sánchez, Remedios (coord..), Palabra heredada en el tiempo. Tendencias y estéticas en la poesía española contemporánea (1980-2015), Madrid, Akal, 2016, p.171.
[iii] Rodríguez, Claudio, “Viento de primavera”, en Hacia el canto, II Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 1993, p. 138.
[iv] Guzman, Almudena, “Suave es la tarde con su desvarío de pájaros”, en Cano Ballesta, Juan (ed.), Poesía española reciente (1980-2000), Madrid, Cátedra, 2015, p.342.
[v] Jordá, Eduardo, “Manzanares”, en Pero sucede (antología poética), Sevilla Renacimiento, 2010, p.26.