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Diario de la cuarentena. Día 5


Creo que en estos pocos -largos- días todos hemos aprendido algo: que tenemos que darnos a los demás en la manera en la que los dones que atesoramos cada uno nos permita. Desde una inyección, a un aplauso; desde una canción, a colgar un chiste en la red; desde abastecer una tienda, a una palabra reconfortante; desde cuidar a otra persona, a compartir un vídeo de veinte segundos; desde una clase on line, a una sonrisa. Es tiempo de generosidad y muchos likes, es momento de decir a la gente que nos gusta lo que hace, de agradecer su trabajo, su dedicación, su compañía. Todos tenemos dones que, cuando llega el momento, han de ponerse al servicio de los demás.

Hace medio siglo que escribió el poeta zamorano Jesús Hilario Tundidor: “Qué aliento prodigioso/ remueve la ceniza”. Y esta certeza hoy es más cierta que nunca, y también más poderosa y eficaz. Lo estamos viendo cada día, cada hora, cada minuto: la gente intenta pasarlo y hacérselo pasar a los demás de la mejor manera posible, como si fuéramos todos escamas de una piña, deseosos de dejar caer nuestro fruto. No se trata de aparentar normalidad en nuestras vidas; sino de darles normalidad. L@s médic@s, enfermer@s y demás trabajador@s de los hospitales están a la vanguardia, y agradezco que su profesión sea vocacional porque, de lo contrario, el enemigo ya habría roto nuestras filas. Varios de mis gatit@s ya me han dicho que de mayores quieren ser sanitari@s.

Estos días estoy impartiendo mis clases on line gratamente sorprendida por la actitud de mis alumnos. Los jóvenes siempre me asombran por su capacidad de entender profundamente la realidad, y el momento en el que viven. Estoy incluso agradecida a ellos por su comportamiento. Hoy, al final de la clase, me despedí de ellos diciéndoles: “Cuidaos, por favor, cuidaos vosotros y también a vuestras familias.” Pero en mi próxima clase les diré, además: “Todos vosotros tenéis dones. Utilizadlos para hacer mejor la vida de quienes os rodean. Utilizad, por favor, los dones que tenéis para mejorar el mundo en el que vivís”. Tengo el total convencimiento de que no es otro el sentido de nuestra vida.






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