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Diario de la cuarentena. Día 24

No sé si debido al aparente parón de las cifras, o al hecho de que la Semana Santa se ha posado en mi cuarentena, “espiritualizando” de alguna manera mis hábitos, lo cierto es que estos días estoy de acuerdo con Jesús Montielcuando dice que le parecen “más interesantes que los telediarios los gatos”. Tal vez esta relajación nos permita a todos, quedándonos en nuestras casas, disfrutar en la medida de lo posible de una Semana Santa en la que yo no paro de hallar ecos de la cuarentena.

Santiago Guijarro, teólogo y profesor de la UPSA, nos recuerda en un escrito enviado a la comunidad universitaria (“La Pasión de Jesús desde el trauma”), la cercanía de la Pasión con lo que muchas familias están viviendo en directo, al evocar “tras la muerte en soledad, el silencio de la sepultura; al haber sido enterrado Jesús casi a escondidas, como muchos de los muertos de esta pandemia”. También ha señalado algunas coincidencias el misionero brasileño Luis Modino al señalar que “Los mismos que aplaudieron a Jesús fueron quienes después gritaron que le crucificasen”, avisándonos de que “no queramos crucificar el día de mañana a quienes hoy aplaudimos”.

En cualquier caso, más allá de coincidencias concretas, hay un determinado espíritu en el aire que me dice que lo que más me hace ver la proximidad entre lo que significó aquella primera Semana Santa y esta es la fraternidad y compañía que se están generando y a las que aludí hace dos días, esa solidaridad o ensalzamiento del amor entre las personas que fue, no lo olvidemos, una característica esencial del nacimiento del Cristianismo y que lo está siendo hoy entre quienes sufren la cuarentena. En este contexto quizás sea acertada la imagen utilizada por el dominico Jesús Espeja cuando nos insta a que “vivamos una Semana Santa despojada de sus vestiduras".

Este año la Semana Santa se despoja de sus vestiduras; nuestras hermosas calles se despojan de las procesiones que las enriquecen en su recorrido; también los pasos de nuestras procesiones se verán despojados de sus ornamentos florales. Este año las flores están en nuestros corazones, en nuestros aplausos, en nuestra esperanza. Este año la Semana Santa la vivimos todos, en alto y en flor.

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