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Diario de la cuarentena. Día 26


Los grandes autores siempre ofrecen una lectura actual de sus palabras y, aunque no siempre uno esté de acuerdo, nunca te dejan indiferente. Es el caso del novelista italiano Cesare Pavese y su diario publicado bajo el título El oficio de vivir. Es una relectura siempre agradabilísima pero especialmente sabrosa estas tardes de cuarentena primaveral. Varias son las anotaciones suyas que darían para debatir en el marco de esta cuarentena.


Por ejemplo, el tema del sufrimiento y la muerte, que se hallan muy presentes en su diario e incluso en su propia vida. De hecho hay párrafos difíciles de leer, y con muchos de ellos no estoy de acuerdo. Pavese no debió de tener una vida fácil; fue un hombre al que, me atrevería a decir, solo los libros le otorgaron estabilidad en su andadura vital y, desde esta perspectiva, a pocas obras como a El oficio de vivir se puede uno referir con es verso de la poeta extremeña Ada Salas que dice: “hay libros que se escriben sobre la carne misma”.


Muchos de sus comentarios más acertados se encuentran en la estela de un humanismo que se dio en muchos escritores que vivieron –sufrieron, casi mejor– la II Guerra Mundial. “Creo solo en el cariño que cuesta sacrificios; todo lo demás es, en el mejor de los casos, retórica”. Quizás un día escriba en este diario del sacrificio. Por ahora llamo la atención, una vez más, sobre mis dudas acerca de si cuando esto pase, y volvamos a las prisas, al estrés y a nuestros quehaceres diarios, seguirá saliéndonos la sonrisa ante el vecino de balcón.


Y para concluir, uno de sus pensamientos más alegres quizás sea este: “Es bonito escribir porque reúne las dos alegrías: hablar solo y hablarle a una multitud”. En esta cuarentena, ambas alegrías resultan doblemente gratificantes.

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