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De la paciencia creadora


El fulgurante y merecido reconocimiento en el último año de Irene Vallejo me recuerda al acontecido hace unas décadas con José Antonio Marina. El salto de ambos al ruedo cultural (e, inevitablemente, mediático) constituye una anomalía en el funcionamiento de nuestra sociedad, sobre todo si tenemos en cuenta que lo frecuente hoy es que cualquiera tenga una columna en algún medio o diario desde la que opinar. Y subrayo, aunque no lo haga tipográficamente, cualquiera y opinar. Es decir, que en este contexto generalizado, que Irene Vallejo, como antes José Antonio Marina, constituyen una anomalía o, cuando menos, algo raro o extraño. Aparentemente, de repente surge alguien –no por casualidad suele ser un profesor– que dice muchas cosas bien dichas (con pertinencia y coherencia) y que obtiene unánimemente el favor de los lectores. Y digo aparentemente porque, con frecuencia, pensamos que este éxito siempre es espontáneo, como que toque la lotería, cuando, por el contrario, en la mayoría de las ocasiones tras él hay muchas horas y años de trabajo, preparación y estudio. Y eso que, como digo, constituye una anomalía, debería ser, sin embargo lo normal en todos los casos (salvo en el de los genios, claro está).

Así, lo que se produce cuando aparece una personalidad intelectual arrolladora no es sino la eclosión del fruto de años de trabajo (por lo general callado, de ahí que cunda aún más). Cuando ese trabajo acumulado se traduce en libros y artículos, estos suelen ser densos de información y conocimiento y revelan la cantidad de tiempo dedicado a aprender y formarse pero, sobre todo, a reflexionar y dar forma a un sistema de pensamiento propio. En cierta ocasión George Steiner señaló (a modo de lamentación, y casi como legado intelectual sobre el que reflexionar) que “ser una persona culta es una condición frágil”. Esto es cada vez más cierto en nuestros días. Una reflexión, muchos años después, de Irene Vallejo vuelve sobre la idea del Maestro si bien de un modo más suave: “Pensar es hoy más que nunca un oasis humano en los desiertos de la prisa”, y creo que toda la frase bascula en torno al adjetivo “humano”, como en la cita anterior el eje era la palabra “frágil”. Me da la sensación de que en ambas radica en buena medida la importancia y la preocupación de lo que será del humanismo en el futuro. De lo que estoy segura, es de que, en cierta medida, incluso, lo que será del humanismo en el futuro tendrá que ver también con nuestra capacidad como sociedad para apostar por el crecimiento intelectual lento pero firme, frente a las apariciones rápidas pero fugaces y efímeras.

George Steiner.

Fuente de la foto: Revista Santiago. Ideas. Crítica. Debate.

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